sábado, 15 de febrero de 2014

Hoy ha sido un día emocional


Eso para definir el asunto en una sola frase.

Pero en realidad ha sido un día de injusticias.

Mientras en la otra parte del mundo, un grupo de mujeres y hombres aplaudían la decisión de controlar mi cuerpo y el de todas las mujeres en edad fértil, de este lado del mundo, donde ni siquiera se ha debatido el asunto, también quieren controlar mis emociones.

Por eso he comenzado este relato diciendo que hoy ha sido un día emocional.


Después de varios días haciéndome la distraída, he ido al vacunatorio para dejar que inyecten a mi hijo simultáneamente con 7 virus dispuestos en 3 pociones mágicas.

Mi hijo, que es un pequeño de 2 meses, ha llorado de dolor y de miedo, como era de esperar. La primera vez en 2 meses que veo llorar a mi hijo de dolor y de miedo, sí de dolor primero y de miedo luego, pues no era posible tocarle las piernas donde le inyectaron porque lloraba de miedo a que volvieran a hacerle daño.

Y antes y durante todo esto sucediera, la enfermera me decía que no debía ponerme mal, me decía qué no debía sentir y qué sí debía sentir. Como si fuera un prospecto.

Y luego, durante el regreso a casa, el niño empezó a llorar otra vez de dolor, y cuando amagué con una lágrima, enseguida hubo quien me dijo que no, no debes.

Y finalmente me acuerdo de lo que sucedió del otro lado del mundo, y me siento triste, porque parece que aunque una es fuerte, es inteligente, es lista o no, da igual. En esto de la maternidad o en el mundo del cigoto y del ovario que lo contiene, siempre habrá un otro u otra, que te dirá qué puedes hacer o no, qué puedes sentir o no, y cómo debes hacer las cosas.

Algunos lo llaman valores, otros moral, algunos lo llaman ayuda, otros condescendencia. Lo cierto es que yo no he pedido nada de esas cosas.

A veces pienso que es mejor vivir sin despertar, sin analizar todo esto y seguir como antes, sin darte cuenta de las cosas. Pero cuando eres consciente de todos estos detalles, la vida que habías vivido antes de que él comenzara a formarse en tu vientre, se enajena y se vuelve asunto de interés e injerencia de todas las personas con las que te encuentras en el camino cuando vas con un bebé o con una barriga prominente, según sean sus ganas o no de meterse contigo, tu cuerpo, tu ovario y tu recién nacido.

Por eso, hoy ha sido un día emocional,  lleno de emociones pero sin una lágrima. Lo cual es peor aún. Por suerte existen las palabras.