martes, 24 de marzo de 2015

Y entonces encontré a mi tribu

by Nati

“Para educar a un niño hace falta toda una tribu” , proverbio africano





Cuando Cintia me hizo la gran pregunta: -“Bueno, ¿y sobre qué quieres escribir?”-, la cabeza se me lleno de palabras, palabras que habían surgido de conversaciones con otras mujeres, con otras mamás. 

Y entonces supe cuál era el tema sobre el que quería escribir: la tribu, mi tribu. Porque en esas conversaciones aprendí mucho lo que conozco hasta el momento sobre la maternidad y hoy son mi fuente de inspiración, Y porque esas mujeres fueron mis fieles compañeras durante todo este tiempo

La maternidad es un antes y un después en nuestras vidas. Lo sabíamos, lo habíamos escuchado muchas veces y hasta vivido de cerca; pero no es lo mismo saberlo que sentirlo. Y digo un antes y un después porque todo lo conocido hasta el momento cambia, nuestra zona de confort de repente desaparece, y surgen un montón de preguntas y decisiones que tomar todo el tiempo, a toda hora.

Hay que reorganizase, es como regresar al punto inicial para, desde ahí, volver a arrancar; y finalmente reencontrarnos, con nosotras mismas en nuestro nuevo papel, con nuestra pareja (que a veces no sabe muy bien qué hacer porque queremos tenerlo todo controlado) y por último con nuestro entorno, que no siempre es todo lo amigable que deseamos o mejor dicho que necesitamos.

Existen muchos prejuicios en torno a la maternidad, estereotipos, modelos prediseñados a los que responder, frases hechas que escuchar (una y otra vez), madres, suegras y demás parientes que saben mejor que tú lo que debes hacer … Por lo que muchas veces el camino se hace cuesta arriba, no te sientes acompañada y mucho menos comprendida.

¿Y cómo hice para encontrar a mi tribu?

Es entonces, en esta búsqueda de respuestas, cuando surge la necesidad de compartir esta nueva realidad, la de ser padres, con personas que te escuchen sin juzgarte, sin señalarte, de igual a igual.

Un lugar donde refugiarte, donde poder ser tú misma, con tus miserias, tus miedos, alegrías o pezones agrietados, un lugar donde sentirte cómoda para hablar de lo que quieras, para preguntar lo que sea aunque pienses que es una estupidez o lo hayas preguntado ya mil veces.

El primer sitio donde me encontré con otras mujeres embarazadas, fue en yoga, ahí comenzó la historia. Empecé a entender por qué era importante estar en contacto con otras mujeres embarazadas.

Antes de empezar la clase teníamos un momento para hablar entre nosotras. Era un punto de encuentro donde compartíamos experiencias, miedos, molestias...

Luego con una amiga, empezamos a asistir a un taller de lactancia, primero embarazadas y luego con las peques hasta casi el año. Cada una podía hablar libremente de lo que le había pasado durante la semana. A veces no había consultas sobre lactancia, sólo ganas de desahogarse. Todas éramos escuchadas.

Sin duda una experiencia maravillosa, porque aprendes de otras madres, y eso es muy enriquecedor. Un lugar al que hay que asistir casi de manera obligatoria diría yo.

Por eso digo, y lo digo bien alto, es absolutamente importante que tengamos a una persona o varias , (no importa el número, pero si la calidad), a la que podamos decir ¡socorro!. Saber que no estamos solas nos hace sentir más seguras y por supuesto acompañadas. A veces el solo hecho de comprobar que no eres la única que se pasa el día en el sofá, viendo pasar las horas sin hacer otra cosa más que dar la teta, consuela.

Mi tribu, son esas mujeres, (y hombres también, porque no nos olvidemos de los papás), que estuvieron a mi lado desde el momento cero, otras mamas en igualdad de condiciones que yo. Fue fundamental para mí tenerlas, bueno creo que para todas fue muy importante tenernos, porque crecimos –y crecemos- a la par, porque las dudas de una eran las repuestas de otra,  porque las papillas que hacía una las compartía con la otra, porque nuestros hijos e hijas comparten muchos más que juego, comparten comida, lagrimas, mocos, cucharas ja!! Lo comparten todo, no tenemos ningún prejuicio sobre eso.

Y a mi tribu, le digo GRACIAS, sí con mayúsculas, porque ellas y ellos fueron determinantes en este nuevo papel de madres y padres, somos muy afortunados por haberlos encontrado, por haber formado esta pequeña gran familia, para nosotros la familia que elegimos, para Olivia representan los tíos y primos que tiene a tantos kilómetros de distancia.