Eso
para definir el asunto en una sola frase.
Pero
en realidad ha sido un día de injusticias.
Mientras
en la otra parte del mundo, un grupo de mujeres y hombres aplaudían la decisión de controlar mi cuerpo y el de todas las mujeres en edad fértil, de este lado
del mundo, donde ni siquiera se ha debatido el asunto, también quieren
controlar mis emociones.
Por
eso he comenzado este relato diciendo que hoy ha sido un día emocional.
Después
de varios días haciéndome la distraída, he ido al vacunatorio para dejar que
inyecten a mi hijo simultáneamente con 7 virus dispuestos en 3 pociones
mágicas.
Mi
hijo, que es un pequeño de 2 meses, ha llorado de dolor y de miedo, como era de
esperar. La primera vez en 2 meses que veo llorar a mi hijo de dolor y de
miedo, sí de dolor primero y de miedo luego, pues no era posible tocarle las
piernas donde le inyectaron porque lloraba de miedo a que volvieran a hacerle
daño.
Y
antes y durante todo esto sucediera, la enfermera me decía que no debía ponerme
mal, me decía qué no debía sentir y qué sí debía sentir. Como si fuera un
prospecto.
Y
luego, durante el regreso a casa, el niño empezó a llorar otra vez de dolor, y
cuando amagué con una lágrima, enseguida hubo quien me dijo que no, no debes.
Y
finalmente me acuerdo de lo que sucedió del otro lado del mundo, y me siento
triste, porque parece que aunque una es fuerte, es inteligente, es lista o no,
da igual. En esto de la maternidad o en el mundo del cigoto y del ovario que lo
contiene, siempre habrá un otro u otra, que te dirá qué puedes hacer o no, qué
puedes sentir o no, y cómo debes hacer las cosas.
Algunos
lo llaman valores, otros moral, algunos lo llaman ayuda, otros condescendencia.
Lo cierto es que yo no he pedido nada de esas cosas.
A
veces pienso que es mejor vivir sin despertar, sin analizar todo esto y seguir
como antes, sin darte cuenta de las cosas. Pero cuando eres consciente de todos
estos detalles, la vida que habías vivido antes de que él comenzara a formarse
en tu vientre, se enajena y se vuelve asunto de interés e injerencia de todas
las personas con las que te encuentras en el camino cuando vas con un bebé o
con una barriga prominente, según sean sus ganas o no de meterse contigo, tu
cuerpo, tu ovario y tu recién nacido.
Por
eso, hoy ha sido un día emocional, lleno
de emociones pero sin una lágrima. Lo cual es peor aún. Por suerte existen las
palabras.
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