Primera
carta escrita al pequeño saltamontes.
He decidido escribirte esta carta para
conectar contigo por el medio que mejor me sale, la escritura, mi idioma natural.
Dicen los que saben que pronto yo seré
tu mamá. Y que tú pronto serás varón.
Nunca te llamé el bebé, siempre fuiste
“el asunto, chunchita, chunchito, whynot”, pero nunca te llamamos bebé. Desde
que sabemos hace poco que serás niño, y de que ya tienes forma de bebé, con tu
padre hemos decidido llamarte Lorenzo.
Debo confesarte que desde que supe que
podrías quedarte conmigo, me han pasado muchas cosas por la cabeza. Me preocupa
saber qué clase de persona soy yo para poder estar contigo, y que tú puedas
crecer libre, sano y sin culpas.
Al principio pensé que eras niña, no
porque te prefiera niña, Lorenzo, sino porque para una mujer como yo, con mis
valores y mis ideologías, me era más fácil pensar en una reproducción de mí
misma, alguien con quien pudiera identificarme, que me resulte familiar por ser
de mi mismo género y de mi mismo aspecto.
Pero cuando fui a aquella ecografía, y
te vi en la pantalla con tus piernas todas abiertas, sin pudor, sin vergüenzas
como te imaginé, me llené de orgullo, y supe que eras más mío que mi propio
cuerpo. No digo que eres mío como de mi propiedad. Quiero que sepas que nunca,
jamás, tendré ese sentimiento contigo, ni quiero que sientas que lo tienes
conmigo. Sólo quiero hacerte saber que si lo que quieres es una familia, aquí
te estamos esperando. Y tienes una familia inmensa, repartida por el mundo, en muchos países. Hace tiempo que te esperábamos, pero no cuando tú
quisieras, sino cuando nosotros estuviésemos preparados. Y ahora lo estamos.
Eres libre, Lorenzo.
Ahora que sé que eres un niño, el
desafío es mayor. Mira, cuando aún no
sabíamos si eras chico o chica, la gente me preguntaba por ello, porque quería
saber si compraba rosa o celeste para regalarte. Y la verdad Lorenzo, yo no quiero que tú
crezcas con esas distinciones de género. Yo no quiero que tu habitación sea de un
celeste aburrido y que te parezcas a un pitufo. No quiero que tus juguetes sólo
coincidan en autitos, camiones y superhéroes.
¿Y si te gusta jugar a cocinar, como también lo hace tu papá o tu mamá?.
¿Qué hay de malo si te gusta peinar o maquillar, o coleccionar ositos panda?.
Tal vez dentro de ti hay un gran
veterinario, un estilista, o un artista. Quizás un agricultor, un decorador de
interiores, un músico o un poeta, o tal vez simplemente un hombre que le gusta y le
divierte experimentar la vida, sin prejuicios, sin roles sociales impuestos, y
sin condiciones extrañas.
Eres libre, Lorenzo.
No lo tomes a mal si no me muestro
como una mamá tradicional, de esas que se ven en las publicidades, o en los
libros de cuentos que por casualidad leas. Yo sigo siendo una chica normal, que
tiene sus miedos, pero que es valiente y los enfrenta, que viaja por el mundo
conociendo culturas diversas, y quiere seguir haciéndolo, que tiene sueños y
proyectos que cumplir, y los está
cumpliendo, sólo tengo una vida antes de ti y la seguiré teniendo contigo.
El otro día, estaba leyendo un
artículo en Internet y de pronto me doy con la siguiente frase: “Ser madre no
es lo mismo que ser mujer”. Y a
continuación una serie de comentarios de hombres y mujeres, acerca de ello. Lo
que me llama la atención, Lorenzo, es que aún haya personas que piensen o que
dictaminen, que la mejor realización de TODA mujer es ser madre.
He llegado a este punto de mi vida en
el que he decidido traerte al mundo, sabiendo que primero soy mujer (y lo
seguiré siendo) y luego seré madre, por decisión propia. Yo ya me siento
realizada como persona y como mujer, yo
ya soy feliz antes de ti, soy una chica muy alegre, con muchas ideas y mucha
energía para compartir que me hacen feliz, no tengo la necesidad de traerte al mundo
para que tú me hagas sentir realizada. Sentirme feliz, realizada y plena es mi
propia responsabilidad, no debes cargar tú con la tarea de hacerme feliz,
aunque seguramente tú seas uno de los tantos motivos y de los más importantes
de mi felicidad.
Por eso, quiero que seas libre
Lorenzo, este es el mejor consejo que puedo darte.
Hace tiempo decía que el papel de una
madre está sobrevalorado. Y ahora lo sigo pensando. Yo no valgo más que tu
padre, por quien me quito el sombrero y hago reverencia en señal de admiración,
ni valgo más que otras mujeres que no son madres, yo no tengo una aureola en mi
cabeza como me ven algunos por la calle, sólo por tener una barriga gigante; no
he dado todo por ti como rezan algunas frases, y no me debes nada. Salvo
excepciones, reproducirse puede hacerlo cualquiera, ya sabes que hasta los
animales lo hacen.
No me debes nada, ni siquiera la vida.
No he dejado todo por ti, no he renunciado a un cuerpo de ensueño, (eso he
leído en esas frases que leo en internet, qué gracioso, como si eso fuera una gran renuncia) ni puedo
decir que te amo desde que dio positivo la prueba de embarazo. No te sientas
menos querido por eso, cariño. La realidad es que he aprendido a amarte de a
poco, ahora mismo estoy aprendiendo, a conectar contigo, a sentirte; porque es
un proceso que se vive naturalmente y lleva su tiempo, pero que no hay que
novelar. Y no voy a mentirte, también tengo dudas y momentos de pánico. Pero
para mí eso tiene más valor, porque con todo el miedo y las culpas, aún te
elijo. Te elijo y te protejo, protegiéndome a mí misma: me alimento bien, voy
al gym, vivo siempre positivamente y planeo nuevos emprendimientos; todo lo que
hago lo hago por mí, no esperes que diga que lo hago por tí. Pero sí creo Lorenzo, que una mamá feliz y
auténtica, que se respeta, se ama y se cuida a sí misma, es el mejor gesto que
puedo darte.
Por eso, no me debes nada, Lorenzo. Te
libero de que vivas con la culpa del hijo que le debe todo lo que es y tiene a
su madre. Y te aliento a que seas responsable de tu propio ser. No esperes a que sean justos contigo, empieza tú a ser justos con los demás. Siempre sabrás que puedes contar conmigo cuando quieras y como sea, de manera
incondicional. Con eso, basta.
Veo a tu padre ocupándose de todo, y
me llena de orgullo saber que tú te parecerás probablemente a él: apoyando la
libertad de las mujeres, no teniendo prejuicios de género, ni culturales, ni
sociales, siendo tan libre, justo y sensato como lo es él.saltamontese tomas de mí sin peruedo darte.
y ligeros
como el viento
Ya me habrás escuchado renegar cuando
alguien me dice que tengo que comer esto o hacer aquello “por el bien del
bebé”. Y la cara que pusieron varios cuando les dije que era vegetariana y que hacía
bici. Por suerte hemos encontrado una médica tan respetuosa y de mente abierta,
que me cuida mucho. Me ha tranquilizado cuando me ha dicho que tú estás
perfecto allí en tu baticueva y que te las apañas bien tú solito, que tomas de
mí sin pedir permiso todo lo que necesites, y que por eso, debo cuidar de mí
antes que nadie. Te imagino que desde dentro te ríes con las locuras y las
“insolencias” de tu futura madre. No quiero que tengas una madre sumisa,
inmadura y triste. Quiero que me sientas
vibrar, que sientas mi coraje, y que me
veas como una mujer que simplemente se quiere a sí misma. Porque yo
quiero que tú también aprendas a quererte a ti mismo.
Eres libre de morder la vida,
saborearla, disfrutarla, irte por el mundo en busca de tu destino, tu
esperanza.
No me debes nada, Lorenzo. Estamos a
mano. En todo caso, si quedamos en deuda, seré yo quien te deba a ti, mi
pequeño saltamontes, esta enseñanza.
Gracias por venir.